
Proyecto:
ANAMORFOSIS
Música y tecnología para una nueva perspectiva del Barroco
(En colaboración con Teresa Ramos)
Tareas: idea original / selección de textos / canto / recitado / composición & arreglos / bases / instrumentación: controlador MIDI / arte gráfico
Apuntes en torno a ANAMORFOSIS
Tal como se indica en la página de presentación del proyecto, nuestro objetivo es forzar un cambio de perspectiva para mirar con otros ojos al Barroco. Ideas recurrentes en mi trayectoria como la interacción entre diversos lenguajes artísticos y la utilización de recursos tecnológicos, se van afinando con un resultado que espero sea sugerente tanto para el público conocedor como para quien se acerca por primera vez a esa época dorada del arte y la literatura.
El paso del tiempo con su acumulación de experiencias inspiran nuevas vías a la hora de plantear esa conexión. No me cabe duda de que en este trabajo también es aplicable la cita minimalista de menos es más. Ello no implica renunciar a la experimentación o el rigor (ambos más presentes que nunca en Anamorfosis), pero sí equilibrar el esfuerzo y los medios para lograr una mayor eficiencia.
En este sentido, la tecnología que envuelve textos escritos hace 400 años responde tanto a la necesidad de navegar otros mares como a la búsqueda de nuevas funcionalidades. En Anamorfosis hemos borrado cualquier referencia al envoltorio 'histórico' (a menudo un factor de distracción por el sesgo folklorista y tópico que nos ha legado el cine, la televisión y las 'reconstrucciones' destinadas al turismo), para propiciar ese diálogo directo con la contemporaneidad. Aquí todo, la voz también, se filtra a través de los circuitos de lo virtual. A un click espera todo un muestrario de estilos musicales, desde el rap más rabioso a la balada pop. Nuestro trabajo ha sido inscribir el texto clásico en cada uno de ellos, anteponiendo como primera y única condición la coherencia entre forma y fondo. Sin embargo, hay preguntas que solo podría responder quien asiste a la experiencia por primera vez: ¿Esta fórmula hace más accesible el mensaje de Cervantes o Shakespeare o, por el contrario, puede juzgarse que hemos caído en la trampa de hacer de la tecnología un fin por sí mismo, esto es, un artificio sin alma?


Esta (r)evolución ha implicado, por tanto, asumir no pocos riesgos. En mi caso, abandono las flautas renacentistas y barrocas, los tambores y otras percusiones, instrumentos fabricados según centenarios diseños que respondían a funcionalidades muy específicas, para colgarme al cuello un controlador MIDI (esto no supone un drama, pues soy un declarado fan de la música electrónica). También debo olvidar una forma de recitado que para mí era 'como estar en casa', y dejarme llevar por el flow. Los trajes 'de época' se quedan en el armario. He debido aprender a manejarme en vivo con instrumentos digitales y apps que añaden un plus de ansiedad a la actuación. Porque, admitamos que es una sensación excitante cambiar de estilo musical o de instrumento con tan solo pulsar unos botones; pero, ¿a quién no se le ha quedado 'colgado' alguna vez su equipo informático, y no precisamente frente a un grupo de espectadores?
La singladura ha sido ardua pero también fascinante. Lo que empezó como un trabajo de actor declamando a los clásicos en no tan lejanas propuestas como "Sonetos del Manicomio", ha seguido un incierto rumbo en el que paulatinamente me he implicado en la redacción de mis propios textos o en componer canciones; en rapear al sacrosanto Calderón o en deconstruir y volver a ensamblar piezas de Música Antigua que hace 30 años escuchaba, embelesado, interpretar a Jordi Savall. Toda una aventura, en fin, que pese a las dudas y altibajos he tenido la fortuna de vivir.